martes, 19 de julio de 2011

Mis festivales de verano: popArb




O como se te puede girar en contra el comentario generalizado “és com un envelat de festa major”. En contra mío, al menos, otros están muy contentos con que la comparación se haya convertido en realidad. Mi segundo año en el festival de Arbúcies no ha sido tan satisfactorio como el primero. Para mi, lo más importante de un festival son los conciertos y no “el ambiente festivo”. Esto me da bastante igual, como el hecho de coger una cogorza o confraternizar. Lo sé, soy una rancia. Por tanto, remarco, a mi lo que me gustan son los conciertos. Y no deja de sorprenderme que esta afirmación mía sorprenda. Así que ese ambientazo de fiesta mayor me destroza un concierto de Manel, el caso más claro, cuando los que no corean las canciones a voz en grito (esto lo comprendo más y soy más transigente con ello) se pasan la hora y pico hablando a niveles muy altos, sudando de la actuación que si fuera de Melendi tanto les daría. Y ahora diréis “pues no hayas a festivales”. Pues sí, visto lo que son para una mayoría, o lo aceptas o te abstienes.

Y es una lástima que comience así mi crónica del popArb, que no lo merece por su buena trayectoria, su tino al elaborar el cartel, su apuesta por la música del país y su buena organización. Pero cuando algo crece, aunque sea merecidamente, suelen pasar estas cosas.


Me perdí dos de las actuaciones que más ansiaba ver, y que sabía iban a estar entre lo mejor del festival: las de Refree y El Petit de Cal Eril. Y aquí va mi comentario sobre las que sí vi.

El viernes Quart Primera abrían la noche con un concierto plano que me hizo olvidar lo bonitas que son la mitad de las canciones de su disco (alguna porque no la tocaron, otras porque no lucieron nada, enmarañadas en ese sonido uniforme).

La elegante super banda Gentle Music Men tocó sólo temas de su segundo disco y algunos nuevos (que creo haber escuchado en el BAM). Sonaron bien, decorados con percusiones y violines, y a mi me despiertan una clara simpatía, pero me pregunto hacia donde va a ir su música y si pueden ofrecer algo más.

Luego llegaría Manel. Lo cierto es que no puedo hacer una gran crónica porque no me enteré demasiado del concierto debido a los instintos violentos que intentaba contener provocados por la gente maleducada, la misma que me impedía escuchar gran parte del mismo. Me pareció correcto, pero poca cosa más. Un tanto soso, desde luego no será el mejor concierto de Manel que vea este año.

He leído críticas muy halagadoras hacía Thelemáticos, pero a mi no consiguieron interesarme. Y finalmente Mazoni firmaba el mejor concierto de la noche, y uno de los mejores del festival. No soy fan suya, con lo que este comentario se sobredimensiona más. Pero qué conciertazo, empezó suave y pensé “uf”, pero luego subió en intensidad y ya no bajó, un trallazo. Una gran banda la suya y hasta me pareció que cantaba mejor que nunca. Hubo temas nuevos y hits como Eufòria.

El sábado comenzó en la piscina, como marca la tradición, donde vimos el segundo mini concierto de Doble Pletina, una buena sorpresa estilo noventas con un punto de humor y de melancolía, y una bonita voz la de su cantante. Siguió con el paso por Can Torres, uno de tantos, para la obligada alimentación (no hay bar mejor, comprobado).

Y acabó de nuevo en el recinto de conciertos, Can Cassó, donde vimos el final de la actuación de Estúpida Erikah, que me sorprendió para bien, y a Senior i el Cor Brutal (en la foto). Esperaba mucho de ellos, y me fui un tanto decepcionada porque a pesar de que tocaron bien y fueron simpáticos como siempre, esperaba más canciones de su primer disco, las más conocidas, las que le hubieran dado un ritmo increíble al concierto (como la fascinante versión de la ya fascinante Reina de Inglaterra de Grupo de Expertos Solynieve).

Tras lamentar en silencio perderme el concierto de El Petit de Cal Eril (que al menos escuché de fondo), The New Raemon consiguió meterme dentro de las canciones de Libre Asociación, su nuevo disco que no ha acabado de gustarme aunque entienda la necesidad de evolucionar hacia otro sonido. Con su magnífica banda, reforzada por Dani Vega, guitarrista de Mishima, los temas sonaban con un empaque perfecto, dentro de una atmósfera absorbente que sólo se rompió cuando recuperó algunos de sus éxitos anteriores. Yo, que los amé tanto, también creo que merecen un descanso. Excelente, Raemon.

Sigo sin ver en Antònia Font al gran grupo catalán, el mejor del momento. Grandes me parecen muchas de sus letras, preciosas muchas de sus canciones debido a la producción detallista, pero sus conciertos no. Escogieron bien el set, perfecto para un festival, pero me sigue pareciendo pobre su directo, plano, pobre, uniforme, sólo sobresalen aquellas canciones con una melodía especial de guitarra o un teclado juguetón. También creo que su cantante deja bastante que desear, y eso en conjunto es una lástima.

Alguien me dijo que El Guincho tenía un sentido del ritmo impresionante, y eso me pareció. Hipnotiza verle soltar sonidos, tocar, cantar y bailar como si tuviera un resorte. Aunque en algún momento, sobre todo con algunas canciones de su primer disco, me pareció un tanto repetitivo, lo pasé en grande y disfruté un montón con Bombay o Palmitos Park.

Volvimos a la casita en la montaña dejando atrás a Guillamino (y el batería que tocaba en calzoncillos), a quien no entendimos demasiado y nos pareció algo arrítmico a pesar de las voces que lo sitúan a la cabeza de la vanguardia musical.

Creo que añoramos los bocatas de Can Torres y al Petit Cherry, nuestro camarero favorito, pero no tengo claro que regrese el año próximo para verles de nuevo.

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