martes, 6 de julio de 2010

Hasta el año que viene

(sobre el Faraday #3)

Perdón por el desorden de estas crónicas, aún me cuesta pensar ordenadamente tras las emociones del fin de semana. Así, la entrada anterior a esta hace referencia al viernes (volví tan emocionada de la jornada del domingo del festival que no pude más que encender el portátil y escribir, así, comenzando por el final; luego dije, volvamos al inicio).

La organización del Faraday tiene buen olfato para detectar nuevos grupos, o bastante desconocidos aquí, que luego pueden triunfar. Quizás este año sea el caso de Apples, un grupo de que nada más visitar su myspace supe que me iba a gustar. En el libreto - programa del festival los describen perfectamente como una mezcla de los grupos melódicos de los sesenta y el pop británico de los ochenta. Eso es. Sólo tienen un par de singles publicados, y eso en su concierto se tradujo en ganas, simpatía, frescura y agradecimiento. El público aplaudió a rabiar.

Cambiamos de escenario para acoger la última actuación de la gira de El Petit de Cal Eril de presentación de I les sargantanes al sol. Un año y un par de meses separan este concierto del que hizo en un Live in the living al que asistí; increíble ascenso en todos los sentidos. Esta vez se hicieron acompañar de una flauta travesera y demostraron que sus directos son el reverso psicodélico y gamberro del disco, además de hacer todo tipo de comentarios simpáticos como acostumbran.

Llegó pronto el momento más esperado, la actuación de Jeff Tweedy rodeado de 6 guitarras. Sólo su presencia en el escenario encoge un poco el corazón, con esa mezcla de timidez y tranquilidad. Una actuación deliciosa.

Los Punsetes rompieron radicalmente la atmósfera para hacer un concierto correcto, pero como se decía por allí, ya visto. Tras ellos Linda Mirada debutaba en directo, y se notaba. Su actuación fue floja, no pasó de agradable hilo musical aunque ella y su banda le pusieron voluntad y recrearon por un momento el ambiente italo disco de los setenta.

Sé que Maika Makovski recibe críticas maravillosas (la organización es fan), que se ha fogueado en montones de conciertos, pero a mi no me llama la atención. No puedo decir que hicieran un mal concierto, sí que ella y su banda sonaban estupendamente, pero me deja fría.

Y Errors fueron una agradable sorpresa para las dos y pico de la madrugada. Post-electrónica, bailable pero oscura y bien potente (lo dice alguien a quien la electrónica le suele decir normalmente pocas cosas y malas). Consiguieron mantener mi ánimo para llegar a bailar un rato con Amable, un clásico que comenzó con clásicos de nuestra postadolescencia que a veces tiene su gracia recordar.

Como escribía la madrugada del domingo, encanto es la palabra. El de la localización, la selección del cartel, el público, los trabajadores y los chicos de el colectivo La Medusa. Personas que un día decidieron hacer el festival que querían disfrutar y han ido haciendo grande, grande su sueño. Que aunque podrían hacer un negocio mayor prefieren mantener su espíritu de festival pequeño y cómodo. Su recompensa han sido las maravillosas críticas que reciben siempre (sé de algunas que no lo son, pero sé que son movidas por la envidia) y ver como año tras año muchos artistas, algunos de sus ídolos, confían en ellos rebajando su caché para acabar diciendo y demostrando que están encantados de estar allí. Un festival es el reflejo de las personas que se cuidan de hacerlo, así que son obvias la buena voluntad y la ilusión que hay detrás del Faraday. Enhorabuena.

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