sábado, 15 de mayo de 2010

Nos falta pista de baile para bailar tu canción

Ya llegó hace unos 1o días el nuevo y cuarto disco de Lori Meyers Cuando el destino nos alcance aumentando el volumen de críticas y comentarios a su alrededor. La mayoría negativos, especialmente desde internet, amigos, etc. Los medios hablan de un cambio radical respecto a sus trabajos anteriores, de que ahora los "Lori se han vuelto bailables". En Granada es un tema de conversación en los bares, y hasta los mismos Lori Meyers están rumiando sobre ello a posteriori. Debe ser jodido tener que defenderte de tanto ataque directo a tu trabajo cuando tú lo que querías era seguir avanzando.

A mi no me parece un cambio tan brusco en su línea artística; es cierto que sí se nota esa diferencia más brutal en una escucha seguida de Hostal Pimodan y Cuando el destino nos alcance. Pero a mi me parece que hay cierta continuidad si se tiene en cuenta Cronolánea. No creo que se hayan lanzado a la electrónica como si no hubiera un mañana, aunque están bien presentes sintetizadores y cajas de ritmos. Creo que el disco mantiene su gusto por el pop clásico, los sesenta y los setentas. Me parece que es justo como esas pelis de los setenta y primeros ochentas a las que hace referencia su título prediciendo un hipotético futuro: retro (futurista), una pieza pop más.

Yo no lo voy a lanzar a la hoguera, aunque no será mi preferido en la mini colección Lori Meyers: me enamoré con sus letras postadolescentes, inocentes, urgentes y algo cursis; con sus juegos de voces maravillosos; viendo tocar la guitarra a Alejandro. Me encanta la producción de Hostal Pimodan, más detallista y artesanal. Este no me parece un disco horrible, aunque a la mayoría de mis amigos sí. Algunas de sus canciones me gustan mucho, como Nuevos Tiempos, Castillo de Naipes o Explícame.

El que sigue es el espacio para los peros.
Lori Meyers han perdido en gran parte esa cosa tan preciada que les diferenciaba de la masa y les acercaba a sus admirados Los Ángeles: los juegos vocales deliciosos aquí escasean, a la vez que la voz de Noni suena rara, rara, demasiado alta, grave y potente.

Las letras también me parecen un punto flojo en este disco, un poco obvias y no tanto por la temática (¿que no son todas de amor? ¿y?). Y con un número considerable de escuchas, la producción también me parece un punto negativo.

Todo esto se ve en su directo, pues aunque siguen siendo una muy buena banda ahora prima la potencia sobre el preciosismo. No creo que la cuestión sea el usar o no sintetizadores, sino el cómo se ha hecho. Pero en todo caso, me parece que Lori Meyers siempre han querido seguir su propio camino más allá de las modas de cada momento y así hasta han conseguido crearlas ellos, y eso para mi es muy respetable y admirable.



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