domingo, 14 de marzo de 2010

Si estaba loca por ellos


hoy lo sigo estando. Del amor al odio hay un paso, ¿quién no lo ha experimentado? Para los seguidores de Los Planetas esa es muchas veces una línea muy delgada a franquear. Así, los que fueron al Palau de la Música con la intención de escuchar un geatest hits seguramente se pasaron rápido al odio. Yo fui a escuchar las canciones de su experimento flamenco, expuestas en "La Leyenda del Espacio", "Cuatro Palos" y la inminente "Ópera Egipcia". Que ese iba a ser el repertorio se podía intuir en las entrevistas publicadas estos días, además de en el clarísimo hecho de tocar en un festival de música flamenca, el "De cajón". Amigos, ¿qué esperábais entonces?

Hoy domingo sigo loca por Los Planetas. Por conseguir que saliera del Palau con las piernas temblando. El concierto comenzó oscuro y denso (recordemos que el flamenco tiene palos que son así, oscuros y dramáticos). Pero me pareció un buen inicio cuando luego fueron variando el tono con la mayoría de las canciones de "La leyenda del Espacio", destacando una impresionante "Ya no me asomo a la reja" y "Entre las flores del campo". Rescataron "Mil millones de veces", porque en realidad no se separa tanto de las estructuras flamencas, con esos versos que se doblan en toda la canción.

En los bises, que fueron dos, el público enloqueció (yo también, pero es que ya venía enloquecida de antes) con "Santos que yo te pinte", que tiene algo que ver con esa nueva etapa planetaria, en esos versos como de canción tradicional; una "Reunión en la cumbre" más enérgica y rabiosa de lo habitual y unas "Alegrías del incendio" espectaculares y lúdicas. Acabaron con la versión de la versión que tiempo atrás hicieron de Bambino, "Podría volver", con esa letra que podría haber escrito Jota de despecho y rabia. Sonó magnífica, más rumbera, más rápida.

Creo que este es el mejor concierto que he visto de Los Planetas. Nunca antes Jota ha cantado tan bien, nunca le he visto con tantas ganas. Eric Jiménez volvió a maravillarnos con su capacidad de tocar la batería más rápido y más fuerte que nadie. Tanto, que como suele ser habitual desmontó su batería (uno de sus platos se fue al suelo). La intensidad, la bola de sonido que lograron crear fue impresionante. Un ejercicio de alto voltaje, especialmente en los momentos de tres guitarras, Jota, Banin y Florent. Y le doy un notable (que no un excelente para que no me llaméis fan) a su nuevo bajista Julián Méndez, aka Checopolaco y su ukelele.

Para mi fue una delicia buscar el palo original de flamenco en cada canción, volver mentalmente a Granada, a la Carrera del Darro, al Albaycín. Yo estoy más que satisfecha, ya he visto muchos conciertos de greatest hits, no es el momento ya de "Qué puedo hacer".

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